En 2017 la UNESCO reconoció el “ARTE DEL PIZZAIOLO NAPOLLETANO” como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Sin embargo, si ustedes van a la pizzería “Antica Pizzería Port’ Alba”, una de las más atinguas y tradicionales de Nápoles y piden una “pizza napoletana”.
Les van a contestar: “No existe la pizza napoletana”
¿Cómo así?
¿Y la capricciosa, la Quattro stagioni, la 4 formaggi?
“Sólo hay una -les contestarían- la única pizza que existe es la Margherita. Como mucho, se podría admitir la existencia de la pizza marinara, que es una variación de la pizza Margherita, sin mozzarella, preparada sólo con tomate, ajo y orégano, pero ¡Nada más que eso!”
Pero, ¿Cómo es posible? En una pizzería normal de Nueva York, de Tokio o de París hay cientos de tipos de pizzas diferentes…
¿Y dicen que sólo hay dos?
De hecho, la “verdadera” pizza sólo es la Margherita.
Cuenta la historia que Rafffaele Esposito, pizzaiolo de Nápoles, fue convocado al Palacio Real de Capodimonte, donde estaba el rey de Italia, Umberto I, y su esposa Margherita y que él propuso a la reina tres diferentes tipos de pizza.
La Reina eligió su favorita: mozzarella, tomate y albahaca, ingredientes que Esposito había elegido porque representaban el blanco, el rojo y el verde, es decir: los colores de la bandera del recién nacido Estado Italiano (creado en 1861). Para rendir homenaje a la reina de Italia, Esposito decidió dar su nombre a la pizza creada para la ocasión: pizza Margherita.
En Italia, sin embargo, ¡Nunca estamos de acuerdo sobre las cosas!
Hay también quien sostiene (y existen documentos de finales de 1700 que lo atestiguan) que la pizza con tomate, albahaca, mozzarella se llamaba Margherita mucho antes y eso dependía de la forma de la pizza y de la distribución de la mozzarella, que puede recordar la imagen de una margarita:
Aparte del nombre, es cierto que la pizza, si la entedemos como masa de harina, agua y sal con varios ingredientes encima, existe desde tiempos muy antiguos.
Virgilio en la Eneida escribe que Eneas y sus compañeros llegan a Latium, sin darse cuenta de que es la tierra que estaba buscando y que una profecía les había anunciado. Ahí, se preparan para comer con lo que encuentran a su disposición. Usan un pan circular para sostener el queso, el huevo y las frutas silvestres y vegetales que van a devorar. En su hambre, se comen tanto los diversos alimentos que vacían sobre el pan, como el pan que los sostenía.
Este es el primer registro que tenemos de una pizza en la literatura. Pasarían más de 1500 años para que, con la introducción del tomate en la cocina italiana, que llegó a Europa sólo después del descubrimiento de América, naciera la pizza moderna, pero todas las demás características ya se encontraban en la pizza de Eneas. Así con la ayuda de la primera pizza. Eneas se da cuenta de que la profecía se ha cumplido y han llegado al lugar donde construirán su nueva ciudad, Roma. Esta ciudad después se convertiría en el Gran Imperio Romano.
La pizza le dio a Eneas, como a muchos de nosotros, un hogar.
La palabra “pizza”, en cambio la encontramos por primera vez en el año 997: en un contrato para el arriendo de un molino se establecía que, a parte del arriendo había que dar a los dueños del molino “12 pizze”
Sin embargo, la pizza como la conocemos hoy en día, la que se difundió por todo el mundo, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, sin duda es la pizza Magherita hecha en Nápoles.
¿Y qué pasa con la pizza napoletana, entonces?
Pues, esta es otra historia…
La pizza napoletana la inventaron en Roma, agregándole anchoas al tomate, a la mozzarella y a la albahaca de la pizza Margherita (con una masa más delgada y más crujiente que la que se hace en Nápoles)
En Roma, llamaron “napoletana a esa pizza” ¡Sólo para darle un nombre más “exótico a su creación”!